Escribo estas líneas al hilo de dos programas de TV que vi hace unas
semanas y en los que encontré preguntas y respuestas interesantes:
1- Programa “Para todos La 2”: lanzaban a gente en la calle la
siguiente pregunta: ¿en qué notan ustedes
la crisis? Las respuestas que emitieron
fueron las siguientes:
- “Tenemos mucho menos poder adquisitivo, nos
recortan de todos los lados, no hay trabajo… yo creo que la crisis está bien
presente”.
- “Uy la crisis, la crisis está muy mal hija mía;
pero mal porque hay mucho paro, la juventud no tiene trabajo…”
- “¿En qué noto la crisis? Pues mira: mi marido
parado con 55 años, mi hijo tiene 20 años y no encuentra trabajo; yo tampoco,
me estoy buscando la vida… o sea que en todo”.
- “En todo porque se están llevando el dinero de
España fuera y a nosotros nos están dejando en calzoncillos”.
- “Hombre, en todo, en que las cosas están subiendo
mucho y cobramos muy poco”.
- “Uy, madre mía, en todo: a la hora de pagar el
alquiler, a la hora de comprar caprichitos, a la hora de salir… se nota mucho”.
- “¿En qué lo noto? Uy, en muchas cosas, no hay más
que ver a la gente”.
- “En los trabajos, en los empleos, que hay muy
pocos, todo el mundo anda loco buscando trabajo y no encuentra. No es como
antes”.
Salvo una o dos
respuestas, todas las demás son respuestas generalistas a una pregunta muy
concreta. De ahí me surgió una primera reflexión: ¿somos realmente conscientes
de cómo nos está afectando la crisis a
cada uno de nosotros? Cuando hablamos de lo mal que lo estamos pasando,
¿tenemos en cuenta algo más que lo meramente económico (el trabajo, la subida
de precios, los impuestos, los recortes…)?
Si echamos un vistazo rápido a las respuestas, claramente NO ¿Estamos
midiendo la temperatura de la crisis por las décimas que marca nuestro
termómetro o por la fiebre que “vemos” (o nos transmiten) a nuestro alrededor?
2- Y aquí viene la segunda parte de la historia: ese mismo día Susana
Griso en Espejo Público (Antena 3) entrevista a Felipe González (Presidente del
Gobierno de España entre 1982 y 1996): “lo
que preocupa de verdad a la gente al respecto de la crisis son las
expectativas”.
¿Nos afecta de verdad la crisis en nuestro día a día? Seguro que sí, y
mucho más allá del aspecto económico;
pero no es ese el punto en el que quiero pararme, sino en lo que dijo el
ex-presidente: ¿Cómo nos influyen las expectativas sobre el futuro? ¿O no sería
mejor decir, sobre nuestro
futuro? Sí: sobre el tuyo, el mío, el de la persona que tienes al lado ahora
mismo… futuros individuales, no EL FUTURO como ente abstracto. Lo sé, son
muchas preguntas, pero entre todos alguna respuesta encontraremos.
Aceptemos que el futuro nos preocupa, a veces incluso nos abruma (algo lógico en estos tiempos), pero ¿por qué tendemos a hacer predicciones
negativas sobre el futuro en la mayoría de las ocasiones? ¿Por qué cuando
pensamos en factores que pueden alterar el futuro que “prevemos” concedemos un
espacio prioritario a los eventos negativos? Lo sé: porque echando un vistazo a
nuestro alrededor sólo vemos problemas, incertidumbre, gente que lo está
pasando mal… volvemos a contagiarnos del entorno abstracto (es lo normal en
estos tiempos) y perdemos de vista los pequeños ejemplos cercanos. ¿Dónde está
el espacio para la gente que se está fortaleciendo en estos momentos (los que
han arriesgado y triunfan a nivel laboral, los que han dado un giro a su vida
en lo personal y han encontrado una dirección correcta, los que…? (Piensa en los
que quieras, seguro que a tu alrededor encuentras ejemplos).
Y lo que es más importante: ¿dónde está el espacio para los eventos
positivos que nos han ocurrido en distintos momentos y que han dado un impulso
estimulante a nuestra vida? Hagamos memoria, salvemos esas experiencias positivas
de la papelera de reciclaje…
Llegado a este punto, os lanzo una propuesta: haced (aunque sea
mentalmente) un listado de 6 eventos negativos (factibles) que pueden alterar
el futuro que imaginas a medio plazo… Tómate tu tiempo.
Muy bien; ahora haz lo mismo, pero con eventos positivos… Tranquilo/a,
alguno habrá… ¿ya? Vale, espero… ¿ya? Que sólo se te ocurren 3… bueno, no pasa
nada, piensa un poco, siente un poco, sueña, imagina… ¡¡¡4!!! Ok, ya está, fin
del calvario…
¿Te ha pasado lo mismo que a mí? Sí, a mí también se me han ocurrido
enseguida 6 cosas negativas (posibles, realistas) que pueden enturbiar mi
futuro. Pero al pensar en cosas positivas… ¡¡¡ufff!!! ¡¡¡Qué esfuerzo!!!
¿Y no creéis que puede ser igual de factible la lista de cosas negativas
que la de cosas positivas? Yo creo que sí… pues bien, pensad esto cada vez que
hacéis una actividad formativa, cada vez que enviáis un C.V., cada vez que
pensáis en participar en un proyecto, cada vez que conocéis a alguien
interesante a nivel personal/laboral, cada vez que entráis en un sorteo…
¡¡¡cada vez que queráis!!!
“Porque la vida se ríe de las
previsiones, pone palabras donde imaginamos silencios y súbitos regresos cuando
pensamos que nunca volveríamos a encontrarnos”.
José Saramago (El viaje del elefante)
Pensemos una cosa: ¿cuánto y cómo nos frenan esas expectativas
negativas sobre nuestro futuro? Mucho; es algo así como llevar las ruedas de la
bici frenadas porque los frenos se han desajustado y rozan con ellas. La bici
avanza gracias a que seguimos dando pedales, pero el esfuerzo que hacemos es
terrible para recorrer mucho menos terreno de lo que lo recorreríamos si
ajustáramos esas malditas zapatas.
Termino. Como señala Daniel Goleman, los estados de ánimo positivos
ayudan a pensar con más amplitud, a encontrar soluciones creativas, a tomar
decisiones, a arriesgar… en definitiva, a crear expectativas positivas en torno
a nosotros/as.
Me gusta como piensa usted, Sr Daviz, un gran artículo :)
ResponderEliminarSiempre positivo! Nunca negativo! que diría el señor Van Gaal
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la metáfora de los frenos de la bici, y además comparto tu opinión respecto al tema. No obstante, apuntar que creo que también existe el otro tipo de persona: el que piensa que con esa bici de Carrefour, a la que ya le ha ajustado los frenos y ya funciona medianamete, va a dar la vuelta al mundo y además sin entrenamiento. El ímpetu inicial le lleva a partir con un ritmo de ganador del Tour, que poco a poco se transforma en pedaleo cicloturista por la Casa de Campo, para terminar en bajada prematura de la bici.
Optimismo sí, porque es imprescindible cierta dosis para no verse superado por esa "fiebre" que como dices nos rodea por doquier, pero siendo consciente de las dificultades reales y limitaciones propias, porque la prudencia, ya sea por exceso o por ausencia total es peligrosa, pero puestos a elegir me quedo con la primera opción.
Sólo es una reflexión al hilo de tu entrada, que por otra parte suscribo al 100%
Me ha infundido mucha motivación leer tu entrada. Y me he quedado pensando en la última respuesta ante la pregunta de ¿en qué notan ustedes la crisis? al final dice: "no es como antes".
ResponderEliminarLa mente se aferra al "como siempre", a unas expectativas sobre el "futuro" en función del "pasado".
Vivimos tiempos líquidos, como dice Zigmunt Bauman. Así pues, habrá que aprender a bucear!