16 jun 2013

FRUSTRACIÓN, EMPACHOS (Y CANASTAS)



Pasados eventos deportivos, saldados sin el éxito que esperaban muchos aficionados (y que proclamaban a los cuatro vientos algunos medios deportivos) me han llevado a reflexionar sobre el siguiente tema: la frustración que suelen generar las derrotas y la gestión de la misma.

Me refiero a la final de la Euroliga de baloncesto que jugó hace unas semanas el Real Madrid (18 años después de la última) contra Olympiacos, y que ganaron los griegos (ganadores de esta competición también el año anterior). Pero es aplicable a múltiples casos, más allá del ámbito deportivo: las relaciones personales, la gestión empresarial, la búsqueda de empleo, el mundo académico... La frustración entendida como un empacho alimentario.

La ingesta excesiva de expectativas (especialmente de las deportivas: no lo olvidemos, ¡¡¡el deporte no deja de ser un juego en el que influyen innumerables factores!!!) puede acabar en un empacho que nos deja el estómago emocional bien revuelto.

Los remedios habituales para este tipo de afección (la de tipo estomacal) incluyen preparaciones medicinales que facilitan el tránsito intestinal, como la manzanilla, hierbabuena, ruda, etc. También es importante (en caso de diarreas o vómitos recurrentes) hidratarse adecuadamente con agua y sales…

¿Y cómo gestionar un empacho de frustración? Complicado, sin duda. Partiendo del evento deportivo citado en el primer párrafo, trato de situarme en la perspectiva de los aficionados del Real Madrid y encuentro diferentes reacciones.

Hay gente que opta por cargar con toda la rabia, guardarla en la mochila y pensar que “si hemos perdido es porque no valemos un pimiento; no estamos hechos hecho para estos retos”. Ahí va sólo un ejemplo real (hay muchos más) de comentario recogido en un foro de opinión al finalizar el partido:

“Con un entrenador como Laso (entrenador del Real Madrid), con unos pívots incapaces de anotar en el poste bajo, sin un tres decente y con unos tíos que son más blandos que una mierda de pavo, es un milagro ganar una Liga Europea. Quien no quiera verlo es porque o es muy forofo o un gilipollas directamente.”
Un comentario sin duda equilibrado y constructivo, teniendo en cuenta que el Real Madrid es el equipo español con mejor balance victorias-derrotas esta temporada en las tres competiciones que ha disputado (y el tercero de los 24 que han participado en la Euroliga). Y muy respetuoso para quienes, además de no ser forofos ni gilipollas, no estamos de acuerdo con él. Y sí, lo sé, he elegido un comentario un poco sensacionalista… ¡¡¡pero es que he descartado otros más destructivos aún!!!

Por el contrario, hay gente que tiene una enorme facilidad para “vomitar” la frustración hacia elementos externos; ahí va una muestra (también abundaban los comentarios de este tipo):

“Tanto llegar a la final para que 3 impresentables piten lo que le sale de los huevos madre mía qué robo y luego el Madrid no puede quejarse de los árbitros en fin”.

Los hay que dirigen el aspersor de la frustración en varias direcciones, y que se salve el que pueda:

”Culpa de los árbitros creo yo en fin o culpa del inútil que nos entrena” (a Pablo Laso le estarán pitando los oídos, sin duda).

En mi opinión, así se establece la línea continua que va desde la autocrítica exagerada y sin control hasta la nula autorreflexión, la búsqueda obsesiva de un culpable que cargue con mi frustración.

Volviendo al símil del empacho: ¡¡¡ojo con seguir comiendo como si nada cuando aún no hemos digerido la comida anterior!!! Si añadimos piedras a la mochila en forma de autocrítica incontrolada, los síntomas del empacho no harán más que empeorar: más frustración, más intoxicación de emociones negativas y la vista más nublada, lo que nos hará ser más pesimistas con el futuro y restar credibilidad a algo (en este caso un equipo de baloncesto) que ha demostrado funcionar muy bien en muchos momentos. ¡¡¡Ojo a las rumiaciones, los pensamientos negativos, las obsesiones!!! Son tan malas compañeras de viaje como persistentes.




Pero ¡¡¡cuidado!!! En caso de indigestión, el vómito o la diarrea incontrolada nos pueden deshidratar y debilitarnos en exceso. Pueden hacer que no nos quede ni un pequeño nutriente de toda la comida ingerida. Una probable consecuencia de repartir la frustración a diestro y siniestro es que puede que no te quede ni un mínimo poso de aprendizaje. Total, si la culpa de mi “fracaso” es de los árbitros, el balón, los aros o la suerte que ha tenido el barbudo ese (sí, el que metió 22 puntos en la segunda parte, sin duda gracias a la suerte), ¿qué queda de mi trabajo? Nada. “El equipo lo intentó”, “hemos sido fieles a nuestro estilo”, “morimos con las botas puestas”, pero “yo no mandé a mis naves a luchar contra los elementos”…


Prefiero quedarme con otro tipo de reflexiones, a partir de una digestión progresiva basada en remedios naturales y con una buena regeneración que evite posibles deshidrataciones. Ahí van algunas, leídas en los mismos foros que las anteriores:

“Señores hemos perdido frente al campeón de Europa”.

“Tranquilidad somos novatos pero no dinamitéis el proyecto; a trabajar y a por la liga”

Ha sido un partido en el que han influido diversos factores, de esto se aprenderá”.

“Que esté destrozado no implica que me tenga que cagar en algún jugador o que se tenga que echar mierda sobre los árbitros.



Y es precisamente de esto último, el aprendizaje en las victorias y en las derrotas, sobre lo que hablaré en el próximo post. ¿Y los jugadores, entrenadores, directivos…? ¿Cómo llevan a cabo esta “digestión”?

24 may 2013

LA INFANCIA Y SU NARRATIVA EN PSICOTERAPIA: UN ENFOQUE DESDE MINDSIGHT.


La mente se desarrolla en un mundo lleno de espejos, que son aquellas personas que nos rodean.

Las personas más cercanas son las que mejor nos pueden reflejar, y sin embargo a veces nos vemos en personas desconocidas con las que nos cruzamos, en personajes de ficción o de leyendas, en la letra de una canción, en los personajes públicos…en resumen, la mente se conoce a sí misma porque existen “los otros”.

El cerebro es un órgano social. Como explica claramente Daniel J. Siegel en su libro Mindsight, las relaciones no son un lujo sino un nutriente esencial para nuestra mente.
Cuando un niño o una adolescente observa la cara de sus padres, de su tía, o de su maestro, sus circuitos de resonancia neuronal buscan “verse” en la cara del otro. En ese reflejo está la respuesta más codiciada por el ser humano: tener una sensación clara de quiénes somos.

Las personas que han crecido con un apego inseguro son aquellas que tenían figuras de referencia que representaban espejos “empañados” o “distorsionados” por sus propias preocupaciones o estados internos.

Siegel ha dedicado muchos años a investigar el apego, la memoria y las narraciones autobiográficas de las personas. Y su conclusión es clara, la comprensión de nuestra historia vital es esencial para el bienestar y la felicidad. ¿Cómo alcanzar esta comprensión?

Lo que los budistas estudian desde hace siglos, la neurobiología lo está demostrando en las últimas décadas. El Dalai Lama, en su libro El Universo en un solo átomo, cuenta que hace años fue invitado a presenciar una operación de cerebro, tras la cual le preguntó al neurocientífico: “parece obvio que las alteraciones del cerebro producen muchas de nuestras experiencias subjetivas, como la percepción y la sensación. ¿Podemos invertir este proceso causativo? ¿Podemos postular que el pensamiento puede efectuar cambios en el cerebro?”. El científico le dijo que eso no era posible.

Hoy sabemos que ejercitar la atención, el ejercicio aeróbico, la novedad y la excitación o arousal aumentan la plasticidad cerebral durante toda la vida. Se producen cambios físicos en la estructura y funcionamiento del cerebro. Por tanto aquello a lo que le prestas tu atención y tiempo no es neutral. Está incidiendo en ti y en el espejo que tú eres.

Para alcanzar esta comprensión y una narración vital coherente, es necesario:
  •  Aprender a ser conscientes de nuestros pensamientos y sentimientos sin ser arrastrados por ellos, es lo que llama mindsightEsto se relaciona con un funcionamiento del cerebro más integrado e inter-conectado.
  •  Desarrollar una “seguridad merecida”, que es aquella que consiguen las personas que han tenido una historia de apego inseguro, superado posteriormente gracias a la reflexión sobre su vida en el marco de una relación segura.


Bibliografía recomendada: 

Siegel, D. Mindsight, 





15 may 2013

META-EXPECTATIVAS


Escribo estas líneas al hilo de dos programas de TV que vi hace unas semanas y en los que encontré preguntas y respuestas interesantes:

1- Programa “Para todos La 2”: lanzaban a gente en la calle la siguiente pregunta: ¿en qué notan ustedes la crisis? Las respuestas que emitieron fueron las siguientes:

- “Tenemos mucho menos poder adquisitivo, nos recortan de todos los lados, no hay trabajo… yo creo que la crisis está bien presente”.
- “Uy la crisis, la crisis está muy mal hija mía; pero mal porque hay mucho paro, la juventud no tiene trabajo…”
- “¿En qué noto la crisis? Pues mira: mi marido parado con 55 años, mi hijo tiene 20 años y no encuentra trabajo; yo tampoco, me estoy buscando la vida… o sea que en todo”.
- “En todo porque se están llevando el dinero de España fuera y a nosotros nos están dejando en calzoncillos”.
- “Hombre, en todo, en que las cosas están subiendo mucho y cobramos muy poco”.
- “Uy, madre mía, en todo: a la hora de pagar el alquiler, a la hora de comprar caprichitos, a la hora de salir… se nota mucho”.
- “¿En qué lo noto? Uy, en muchas cosas, no hay más que ver a la gente”.
- “En los trabajos, en los empleos, que hay muy pocos, todo el mundo anda loco buscando trabajo y no encuentra. No es como antes”.

Salvo una o dos respuestas, todas las demás son respuestas generalistas a una pregunta muy concreta. De ahí me surgió una primera reflexión: ¿somos realmente conscientes de cómo nos está afectando la crisis a cada uno de nosotros? Cuando hablamos de lo mal que lo estamos pasando, ¿tenemos en cuenta algo más que lo meramente económico (el trabajo, la subida de precios, los impuestos, los recortes…)?  Si echamos un vistazo rápido a las respuestas, claramente NO ¿Estamos midiendo la temperatura de la crisis por las décimas que marca nuestro termómetro o por la fiebre que “vemos” (o nos transmiten) a nuestro alrededor?

2- Y aquí viene la segunda parte de la historia: ese mismo día Susana Griso en Espejo Público (Antena 3) entrevista a Felipe González (Presidente del Gobierno de España entre 1982 y 1996): “lo que preocupa de verdad a la gente al respecto de la crisis son las expectativas”. 

EJERCICIO PRÁCTICO




¿Nos afecta de verdad la crisis en nuestro día a día? Seguro que sí, y mucho  más allá del aspecto económico; pero no es ese el punto en el que quiero pararme, sino en lo que dijo el ex-presidente: ¿Cómo nos influyen las expectativas sobre el futuro? ¿O no sería mejor decir, sobre nuestro futuro? Sí: sobre el tuyo, el mío, el de la persona que tienes al lado ahora mismo… futuros individuales, no EL FUTURO como ente abstracto. Lo sé, son muchas preguntas, pero entre todos alguna respuesta encontraremos.

Aceptemos que el futuro nos preocupa, a veces incluso nos abruma (algo lógico en estos tiempos), pero ¿por qué tendemos a hacer predicciones negativas sobre el futuro en la mayoría de las ocasiones? ¿Por qué cuando pensamos en factores que pueden alterar el futuro que “prevemos” concedemos un espacio prioritario a los eventos negativos? Lo sé: porque echando un vistazo a nuestro alrededor sólo vemos problemas, incertidumbre, gente que lo está pasando mal… volvemos a contagiarnos del entorno abstracto (es lo normal en estos tiempos) y perdemos de vista los pequeños ejemplos cercanos. ¿Dónde está el espacio para la gente que se está fortaleciendo en estos momentos (los que han arriesgado y triunfan a nivel laboral, los que han dado un giro a su vida en lo personal y han encontrado una dirección correcta, los que…? (Piensa en los que quieras, seguro que a tu alrededor encuentras ejemplos).

Y lo que es más importante: ¿dónde está el espacio para los eventos positivos que nos han ocurrido en distintos momentos y que han dado un impulso estimulante a nuestra vida? Hagamos memoria, salvemos esas experiencias positivas de la papelera de reciclaje… 


Llegado a este punto, os lanzo una propuesta: haced (aunque sea mentalmente) un listado de 6 eventos negativos (factibles) que pueden alterar el futuro que imaginas a medio plazo… Tómate tu tiempo.

Muy bien; ahora haz lo mismo, pero con eventos positivos… Tranquilo/a, alguno habrá… ¿ya? Vale, espero… ¿ya? Que sólo se te ocurren 3… bueno, no pasa nada, piensa un poco, siente un poco, sueña, imagina… ¡¡¡4!!! Ok, ya está, fin del calvario…

¿Te ha pasado lo mismo que a mí? Sí, a mí también se me han ocurrido enseguida 6 cosas negativas (posibles, realistas) que pueden enturbiar mi futuro. Pero al pensar en cosas positivas… ¡¡¡ufff!!! ¡¡¡Qué esfuerzo!!!

¿Y no creéis que puede ser igual de factible la lista de cosas negativas que la de cosas positivas? Yo creo que sí… pues bien, pensad esto cada vez que hacéis una actividad formativa, cada vez que enviáis un C.V., cada vez que pensáis en participar en un proyecto, cada vez que conocéis a alguien interesante a nivel personal/laboral, cada vez que entráis en un sorteo… ¡¡¡cada vez que queráis!!!

“Porque la vida se ríe de las previsiones, pone palabras donde imaginamos silencios y súbitos regresos cuando pensamos que nunca volveríamos a encontrarnos”.

José Saramago (El viaje del elefante)

Pensemos una cosa: ¿cuánto y cómo nos frenan esas expectativas negativas sobre nuestro futuro? Mucho; es algo así como llevar las ruedas de la bici frenadas porque los frenos se han desajustado y rozan con ellas. La bici avanza gracias a que seguimos dando pedales, pero el esfuerzo que hacemos es terrible para recorrer mucho menos terreno de lo que lo recorreríamos si ajustáramos esas malditas zapatas.

Termino. Como señala Daniel Goleman, los estados de ánimo positivos ayudan a pensar con más amplitud, a encontrar soluciones creativas, a tomar decisiones, a arriesgar… en definitiva, a crear expectativas positivas en torno a nosotros/as. 

FRUSTRACIÓN, EMPACHOS (Y CANASTAS)

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